En 2009, Bénédicte Ruppert y Emmanuel Leroy decidieron dedicarse a la viticultura. Se hicieron cargo de las viñas de los padres de Bénédicte y, un año más tarde, produjeron su primera cosecha. En 2010, Bénédicte conoció a Pierre Masson, reconocido especialista en biodinámica. Todo encajó y, al final, no fue más que una prolongación de su estilo de vida. La explotación de Ruppert-Leroy es casi totalmente autosuficiente, plantada en medio del bosque y los campos. Bénédicte y Emmanuel tienen una visión muy contemporánea del vino. Trabajan de la forma más natural posible, con un mínimo de intervención en los vinos. Cada parcela se vinifica por separado, cada añada se identifica. Los resultados les dan la razón, con vinos corpulentos, tensos y deliciosos.