Cazals

Clos Cazals 2003 | Botella de 75 cl

Descripción

Cazals da una segunda vida a la añada 2003 de Clos Cazals con un nuevo lanzamiento cuando el vino alcanza su segundo apogeo.

Esta cuvée procede directamente de la enoteca de la casa, degollada y dosificada recientemente.

Clos Cazals fue uno de los primeros champagnes clos que se vinificaron por separado. Es un champán que combina complejidad, finura, delicadeza y frescura.

Clos Cazals es uno de los 21 Clos oficialmente reconocidos en Champagne. Los champanes de Clos Cazals son muy apreciados porque las paredes del viñedo reflejan el calor del sol, lo que confiere a las uvas una madurez excepcional.

Clos Cazals abarca 3,7 hectáreas, pero sólo la parte plantada en 1957 se utiliza para elaborar esta cuvée.

El terruño de Oger es muy calcáreo, lo que produce uvas vivas y vinos que a menudo necesitan algunos años de envejecimiento para suavizar su ardor y sacar lo mejor de sí mismos.

Oger está clasificado como Grand Cru, el nivel más alto de la denominación Champagne. Sólo 17 pueblos están clasificados como Grand Cru.

La añada 2003 fue atípica en Champaña, con un invierno frío y una primavera marcada por las heladas. El granizo azotó los viñedos en mayo y junio, antes de dar paso a una ola de calor. Pero una temporada especial requiere una añada especial. Y este 2003 es una prueba contundente de ello.

El Clos Cazals 2010 se vinificó principalmente en cubas para conservar su frescura y vivacidad, pero una pequeña proporción del vino (10%) se envejeció en barrica para dar al conjunto un toque extra de complejidad.

Se trata de un champán que ha pasado 10 años en las bodegas de la casa en Oger para redondear sus aromas y desarrollar su complejidad. La dosificación es muy baja (3g/l) para actuar como potenciador del sabor.

Clos Cazals 2003 presenta un color dorado chispeante, con numerosas burbujas finas.

La nariz revela notas de especias dulces, turrones y pasta de frutas, subrayadas por un toque de tiza.

En boca, el vino es denso y compacto, pero vivo e impresionantemente franco. En el paladar medio, la mineralidad del terruño de Oger aparece claramente. Hay notas de fruta confitada y cítricos.

El final es largo, yodado y mineral, característico de los grandes Blancs de Blancs.